La slow fashion o moda lenta, una nueva forma de hacer y usar la ropa

El término slow fashion, moda lenta o moda ética fue acuñado en el año 2007 por Kate Fletcher, profesora de Sostenibilidad, Diseño y Moda en el Centre for Sustainable Fashion de Londres.

Detrás del concepto slow fashion o moda lenta hay una manera diferente de entender el sector textil, desde el origen de las prendas hasta su uso por parte de los usuarios.

Hace unas dos décadas, las grandes marcas textiles implementaron el modelo de la fast fashion, un modelo basado en la producción en masa de prendas de baja calidad y alto impacto medioambiental y social.

De hecho, la “moda rápida” ha conseguido que, en los últimos años, el sector textil se haya convertido en el segundo más contaminante del planeta (responsable del 10 % de las emisiones de carbono).

Por ello, la slow fashion surge como reacción ante esta forma poco o nada responsable de entender el sector, abogando por un modelo y relación productor-usuario más sostenible, consciente y responsable.

¿Cómo apareció la slow fashion, moda lenta o moda ética?

La slow fashion o moda lenta empezó a coger fuerza tras la tragedia que se produjo en 2013 en una fábrica textil de Bangladesh.

Las instalaciones, que no cumplían las medidas básicas de seguridad, colapsaron y se derrumbaron, provocando la muerte de más de mil trabajadores, más de la mitad, mujeres.

Tras la tragedia, que fue difundida por varias cadenas de televisión mundiales, los usuarios empezaron a optar por la slow fashion, es decir, por adquirir prendas de comercio justo y mayor calidad, en detrimento de prendas más baratas pero más dañinas para el planeta.

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Las bases de la slow fashion para los productores

Cualquier marca o diseñador de moda que quiera crear su ropa siguiendo el modelo de la slow fashion o moda ética debe basarse en los aspectos de los que hablamos a continuación.

El origen de los materiales

La moda ética promulga el uso de materiales de kilómetro cero frente a materiales procedentes de lugares más alejados (especialmente, de Asia).

La producción local de los materiales reduce los costes en términos medioambientales al evitar los largos desplazamientos que supone su importación.

La calidad de los materiales

El origen de los materiales es clave, pero también lo es la calidad de estos.

A diferencia de la fast, la slow fashion apuesta por el uso de materiales de alta calidad que alarguen la vida útil de las prendas, principalmente, el algodón orgánico.

La ropa debe ser un producto de larga duración, no uno que, por mala calidad de sus materiales, se deteriore rápidamente y termine en la basura.

Trabajo local, ético y de calidad

Frente a la deslocalización de la producción a países en vías de desarrollo, la slow fashion y su producción local es fuente de trabajo para la gente de la zona, quienes reciben un salario justo.

De esta forma, se evita la explotación laboral en países con costes de producción más bajos cuyo resultado es, además, prendas de baja calidad y de enorme impacto medioambiental (ya que, en dichos países, las leyes medioambientales suelen ser más laxas o inexistentes).

Diseñando ropa de forma artesanal siguiendo el modelo de la slow fashion o moda ética

Una producción con objetivo “cero desechos”

Otra de las bases de la slow fashion es seguir mejorando los procesos de producción para alcanzar “cero desechos”.

Es decir, la moda ética debe ser una actividad cada vez menos contaminante, con el consecuente beneficio para el planeta.

La producción acotada y atemporal

La slow fashion rechaza la producción industrial a gran escala y la temporalidad de las prendas. En su lugar, se centra en una producción más reducida y artesanal que priorice la calidad antes que la cantidad.

La trazabilidad de las prendas

La trazabilidad de las prendas slow fashion supone que el usuario sepa quién, dónde y en qué condiciones se han confeccionado las prendas que adquiere.

De esta forma, se asegura de estar comprando prendas sostenibles y éticas.

Las bases de la slow fashion para los usuarios

La moda ética no se limita a los productores: nosotros, los usuarios, también hemos de poner nuestro granito de arena para seguir haciendo posible la slow fashion y su modelo responsable.

Un consumo de ropa consciente

Los usuarios debemos cambiar la mentalidad de la fast fashion que nos hace ver los productos textiles (prendas de ropa, cordones, complementos...) como productos de “usar y tirar” a los pocos usos.

Más bien, debemos empezar a considerar la ropa como un producto de larga duración que puede arreglarse, reusarse e incluso reciclarse. Así cumplimos las famosas 3 erres de la sostenibilidad cotidiana: reducir, reutilizar y reciclar.

Priorizar la ropa de producción local

A pesar de que el precio de la slow fashion pueda ser más elevado, hay que tener presente que, al adquirir esa prenda, estamos apoyando el trabajo local, justo y de calidad.

Igualmente, y como hemos visto, el planeta nos agradecerá que le ahorremos esa enorme cantidad de gases contaminantes que recibe cada año solo del sector textil.

En definitiva, lo que persigue la slow fashion tanto por parte de productores como de usuarios es, en cierto modo, la vuelta al modelo de negocio tradicional anterior a la última revolución industrial.

Y este modelo es la producción, la venta y el consumo local de la ropa que usaremos mucho más tiempo del que ha impuesto la fast fashion de las grandes marcas, vaqueros de mujer, vaqueros de hombre o cualquier otro tipo de prenda vaquera que será capaz de durar incluso años.

Slow fashion, moda lenta o moda ética
 FAST FASHION SLOW FASHION
  • Materiales de peor calidad e importados de terceros países
  • Materiales de mayor calidad y de kilómetro cero
  • Prendas fabricadas en su mayoría en países en vías de desarrollo, donde no se respetan medidas de seguridad ni derechos laborales
  • Prendas confeccionadas localmente respetando las medidas de seguridad y los derechos de los trabajadores
  • Producción llevada a cabo sin respetar las leyes medioambientales, lo que contribuye a la contaminación del aire, de los ríos y de los mares
  • Producción que mejora constantemente los procesos para alcanzar el objetivo cero desechos
  • Producción en masa e industrial que fabrica prendas de poca calidad
  • Producción acotada y atemporal que prefiere la calidad a la cantidad de las prendas

Bustins Jeans, la marca slow fashion de la Costa Brava

En Bustins Jeans (antes Bustins Stock) somos una marca pionera de ropa vaquera que sigue el modelo de la slow fashion o moda ética desde hace más de cincuenta años:

  • Porque apostamos por la producción local y ética de nuestras prendas, creadas con materiales de calidad y de kilómetro cero.
  • Porque el catálogo de nuestra ropa vaquera de mujer y ropa vaquera de hombre es reducido y atemporal, ya que, para nosotros, la calidad está por encima de la cantidad y la producción en masa.
  • Porque seguimos mejorando nuestros procesos de fabricación para que sean cada vez más respetuosos con el medioambiente. Así nos ajustamos al objetivo de desarrollo sostenible número 12 "Producción y Consumo Responsables" de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.

Pero, sobre todo, somos slow fashion porque nuestro planeta lo necesita más que nunca.



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